Intelecto vivo
Seamos conscientes de que estamos muertos en vida, porque los hábitos que tenemos y las cosas que pensamos nos ocultan la verdad. Esa verdad puede llenarnos de pasión, al tiempo que nos motiva a la racionalidad, a querer mas de una vez llegar a crear y a que nuestro instinto mas grotesco se haga permeable al deseo de hallar el lugar en el que es posible cultivar una mente nueva.
Afuera, en el mundo, siempre hay conocimiento inexacto y eventos aleatorios, se hace persistente la probabilidad de triunfar, la de fracasar, la de ser un espabilado, o un ingenuo. De modo que para mí la revolución interna, la que nos sacude el alma, la que calibra nuestra personalidad y lo que somos, es necesaria para no conformarse con las ideas que nos transmitieron otros. Hay que dudar incluso de lo que los que mas amamos nos dijeron un día, porque el lenguaje tierno y cariñoso también puede ser una forma de control.
Veamos que somos el fruto del enfrentamiento con la realidad. Un fruto tirado al suelo por los vientos de la vida. A esa juventud madura le queda solo negrearse y pudrirse, con todos sus ánimos viriles, con toda su fealdad. Pero quizá sea dulcemente recogida por la mano de un sembrador, y el que nos salve hará que reflexionemos en que las circunstancias no deben arrollarnos, primero hay que comprender la trama oculta de lo que nos sucede.
Entiendo que al hombre le corresponde exigirse mucho para no quedarse en un sitio estático, como la falta de espíritu, donde nada se da. El hombre que se ha propuesto un desarrollo original no es un revoltoso que vaga por el mundo. Está protegido contra los sentimientos de hipocresía aunque se lo pueda llegar a tratar con ridiculez y fingir que se comprenden sus palabras, pensemos en Sócrates, en Jesús, en Buda. Este hombre no lo gobierna el culto a la libertad mal usada, ni a la necesidad de cumplir sus deseos mas puntuales, ese es para mi el superhombre.
Aunque sea inevitable ubicarme entre quienes navegan con un barco pequeño de ideas propias en esta laguna verde y hedionda, valorizada, artificial y manipulada por muchos brazos: el de la ley, el del poder, el de la brutalidad. Es insoportable, ver como la radio y la tele son solo una grandiosa cortina de humo.

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